8 de noviembre de 2007

Tambien pueden disfrazarse las castañas


Ya tiene 83 años y cada día necesita más dedicación. Cada día aparecen más gestos para los que necesita ayuda: Subir la acera, subir al coche, abrir las botellas.

Voy siendo testigo de su progresivo deterioro y a estas alturas, después de haber vivido gran parte de mi vida sola y a mi aire, he asumido la responsabilidad de cuidarla.

Aprendo a estar pendiente de otra persona, voy incorporando a mi realidad, sus necesidades. Es como un aprendizaje minucioso y me recorre toda una gama de sentimientos y sensaciones:

Monumental mosqueo esta mañana cuando pretendía entrar en el baño justo en el momento en el que me estaba duchando: NO me puedo aguantar, decía.

Y el mismo día un espacio de ternura mientras le pintaba las uñas. Un momento mágico de una dedicación absoluta.

Ha sido una pelea no entrar en la sopa familiar mediante el teléfono. Ella pretendía que yo me pusiese al teléfono cada vez que llamase alguien del clan familiar. Difícil hacerla entender que ella tiene sus relaciones y yo las mías con cada miembro de la familia, que es mejor que cada uno les llame según su ritmo. Dice que soy rara y que van a pesar que estoy enfadadaza.

Ardua tarea esta de marcar los límites para no acabar todos confundidos.

Mañana celebraremos el “magüestu”. Dare a los alumnos este dibujo de una castaña para que la disfracen. Ya veremos lo que sale.


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